Si Neruda nos sitúa al norteamericano en una "matemática tiniebla" es porque los horrores que nos presenta Poe obedecen a una lógica tan exacta como una suma o una resta. Vaya como ejemplo la célebre aparición del barco fantasma en 'Las aventuras de Arthur Gordon Pyn' (1938) -única novela de Poe-, donde se nos narra un viaje sin regreso a la Antártida: El vigía que parece sonreír desde tan tétrica embarcación, aunque en la narración juega el papel de un espectro, no es sino un cadáver cuyo rostro ha sido medio comido por las aves carroñeras, desfigurado así en esa horrible mueca que se asemeja a una sonrisa. No, el escalofrío en Poe no surge en base a cuestiones fantásticas o ficticias: los enterrados vivos, los torturados por el Santo Oficio y los muertos mientras dormían un sueño hipnótico, todos ellos horrores plausibles, son sus protagonistas. No hemos de olvidar a este respecto que sus tres relatos analíticos, es decir, los protagonizados por el chevalier Auguste Dupin -'Los crímenes de la calle Morgue' (1841), ''El misterio de Marie Rogêt' (1842) y 'La carta robada' (1845)- ponen en marcha algo tan lógico como el cuento detectivesco.
Pese a que su actividad como periodista y cuentista le llevó a conocer la gloria en vida, el maestro siempre estuvo al borde del abismo. Sus constantes depresiones le arrastraron al alcohol y al opio. A la larga, ambas sustancias no hacían sino agravar su melancolía. Sin embargo, si hay algo que caracteriza sus críticas literarias, sus narraciones y sus poemas, eso es la lucidez. De lo que se sigue que Edgar Allan Poe padeció tanto como todos aquellos que gozan de momentos de lucidez alternados con el delirio. Murió el 7 de octubre de 1849, dos días después de ser hallado sin sentido en una calle de Baltimore. Meses antes, el recuerdo de su mujer, fallecida en el 47 de tuberculosis, le inspiró 'Annabel Lee', su último gran poema.
Edgar Allan Poe
Expulsado de la universidad de Virginia (1827) por sus costumbres disolutas, el escritor demostró ser un aventajado discípulo de Byron con la publicación de sus primeros versos: 'Tamerlán y otros poemas' (1827). Mientras sigue cultivando la lírica -para algunos de sus biógrafos es ante todo un poeta- en busca de una belleza etérea en títulos como 'Al Aaaraaf' (1829), ingresa en la academia militar de West Point, de la que será expulsado en 1830 por cuestiones muy parecidas a las que le obligaron a dejar la universidad. Apenas pierde el ejército el que a buen seguro habría de ser un mal oficial, en la pluma de Poe se da a conocer un gran periodista y un cuentista sin igual. Su primera pieza, 'Metzengerstein', aparece en 1832, a la que seguirá 'Manuscrito hallado en una botella' (1833). Siempre mal pagado, en 1835 acabará dirigiendo el Southern Literary Messenger de Richmond, que convertirá en el publicación literaria más importante de todo el Sur estadounidense. También en 1835 da a la estampa 'Berenice'. Ya en 1836, se casa con su prima, Maria Clemm, quien aún no ha cumplido los catorce años.
Poe, hombre del Sur, por Javier Memba
Pese a haber nacido en Boston el 19 de enero de 1809, la desdicha convirtió le convirtió en hombre del Sur que él aseguraba ser en las mentiras sobre su persona que enjaretó invariablemente a cuantos tuvieron la inmensa fortuna de escucharle. Hijo de unos actores ambulantes quedó huérfano con tan sólo dos años. Si bien hay biógrafos que aseguran que su padre no murió, sino que le abandonó para darse a la bebida cuando obitó la madre del futuro escritor -una frágil inglesa que lo alumbró en plena gira-, lo cierto es que el pequeño Edgar Allan fue criado por su tío John Allan, comerciante de tabaco en Virginia. Que tomara su segundo nombre de este pariente y junto a él adquiriera ese aire del Sur aludido anteriormente, no significa en modo alguno que encontrara la felicidad en su nueva casa. Muy por el contrario, la tortuosa relación con su padrastro también contribuyó decisivamente a los desequilibrios psíquicos que agobiaron al gran Edgar Allan Poe hasta su muerte.
Edgar Allan Poe, entre la lucidez y el delirio, por Javier Memba
Traducido por Baudelaire, Mallarmé y Córtazar -a quien también se debe uno de sus mejores apuntes biográficos-, admirado por Julio Verne -quien le dedicara 'La esfinge de los hielos', continuación de 'Las aventuras de Arthur Gordon Pyn'- y situado por Pablo Neruda en su "matemática tiniebla", Edgar Allan Poe fue el primer escritor universal que dieran los Estados Unidos, pero también el primer maldito, heterodoxo y alucinado -y acaso el más grande de todos ellos- que alumbrara la literatura en aquella tierra.
"Deidad y referencia" de toda ficción diabólica, según H. P. Lovecraft, la posteridad no habría de venerar a Poe por sus relatos humorísticos, genero en el que cultivó con la misma frecuencia que sus historias extraordinarias, sino por sus creaciones más macabras. Todo parece indicar que los protagonistas de estas últimas no eran sino la proyección de los desequilibrios psíquicos que el maestro padeció durante toda su vida. Pocas obras son tan reveladoras de la psicología de sus autores como la de Poe. El escritor es el Roderick Usher de 'La caída de la casa Usher' (1839), esa impagable metáfora sobre el hundimiento de una inteligencia. Ni que decir tiene que esas muertas bellas que tanto le inspiraron -"Sólo he logrado amar allí donde la muerte mezclaba su aliento con la belleza", escribe en uno de sus poemas- son consecuencia directa del prematuro fallecimiento de la mujer que lo trajo al mundo.
Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes
Sir Arthur Ignatius Conan Doyle nació el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo, Escocia y falleció el 7 de julio de 1930 en Crowborough, Sussex, UK. Pasó a la celebridad por la creación del personaje de Sherlock Holmes, detective de ficción famoso en el mundo entero.
Doyle se educó en Stonyhurst y estudió Medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Edimburgo donde conoció al doctor Joseph Bell, profesor que conminaba a sus alumnos a inferir la mayor cantidad de información personal posible de sus pacientes a partir de los detalles más nimios que se hallaban a la vista. Fue el doctor Bell quien inspiró a Doyle gran parte de la personalidad de Sherlock Holmes. Doyle trabajó en una consulta en Southsea entre 1882 y 1890. Antes, en 1880, fue cirujano en el ballenero groenlandés Hope y después sirvió como médico del ejército en Sudáfrica durante la Guerra de los Bóers y a su regreso le fue otorgado el título de Sir en 1902 por los servicios prestados así como por los dos libros que escribió sobre el conflicto bélico sudafricano bajo el título de La guerra en Sudáfrica: sus causas y su desarrollo. Doyle comenzó a escribir como diversión contra las largas y tediosas horas durante las que esperaba a sus escasos pacientes durante sus años en Southsea. Las dos primeras novelas de Sherlock Holmes que escribió, Estudio en escarlata (1887) y El signo de los cuatro (1890) obtuvieron gran popularidad pero no fue hasta la aparición del primer relato corto de la detective, Un escándalo en Bohemia (Las aventuras de Sherlock Holmes), donde el personaje comenzó a instalarse en la conciencia colectiva con las proporciones en ciernes de un mito. Este éxito la permitió convertirse en un escritor a tiempo completo a la edad de 32 años pero pronto se cansó de la serie e intentó "matar" a Sherlock Holmes a manos del archicriminal profesor Moriarty en su relato La aventura del problema final (Las memorias de Sherlock Holmes). Una multitud de jóvenes británicos comenzó entonces a llevar crespones de luto en los sombreros y el autor se vio forzado, por petición popular, a resucitar a su héroe de un modo muy ingenioso. Sherlock Holmes reaparece en La casa vacía (El retorno de Sherlock Holmes). Sin embargo, Doyle siempre prefirió sus otras obras, especialmente los romances históricos como Micah Clarke, Sir Nigel y La compañía blanca que, junto con obras de otra índole como Las hazañas del brigadier Gerard y El mundo perdido (1912), gozaron de gran éxito de público en su día.
Creencias en lo sobrenatural
En 1916 declaró en la revista Light que cree en el espiritualismo y desde entonces hasta su muerte dedica gran parte de su esfuerzo y de sus obras a esta causa. Uno de sus libros titulado The Coming of the Fairies (1921) contenía una serie de fotografías de hadas en cuya veracidad él creía y en el que Conan Doyle expuso sus teorías sobre estas criaturas. En realidad se trataba de un elaborado engaño al que se conoce como las hadas de Cottingley.
Las novelas del profesor Challenger
George Edward Challenger, el profesor Challenger, fue un personaje central en una serie de historias de ciencia ficción escritas por Sir Arthur Conan Doyle. Apareció por primera vez en la novela: The Lost World, que describe una expedición a una aislada meseta en Sudamérica donde criaturas prehistóricas, incluyendo dinosaurios, continúan viviendo. Ellas son: El mundo perdido (The Lost World, 1912), The Poison Belt (1913), The Land of Mists (1926, una historia sobrenatural en la que se reflejaban las fuertes creencias en el espiritismo de Conan Doyle), The Disintegration Machine (1927) y When the World Screamed (1928).
Sherlock Holmes, de Guy Richie
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Sherlock Holmes
Sherlock Holmes y el Dr. J. H. Watson, ilustración para el Strand Magazine (1893).
Sherlock Holmes es un personaje ficticio, protagonista de una serie de 4 novelas y 56 relatos de ficción, reunidos en lo que se llama Canon holmesiano publicados en su mayoría en The Strand Magazine. Fue creado en 1887 por Sir Arthur Conan Doyle. Sherlock Holmes es el prototipo de investigador cerebral por excelencia e influyó en gran medida en la ficción detectivesca posterior a su aparición. Aunque podemos considerar a Auguste Dupin, creado por Edgar Allan Poe, como un personaje predecesor muy similar, la genialidad excéntrica de éste no alcanzó la enorme popularidad que Holmes y su Autor alcanzaron en vida de este ("The Strand Magazine" publicaba las aventuras de Holmes a precios muy asequibles, y muchos "lectores comunales" de diversas industrias leían las obras de Doyle en voz alta como una suerte de "radio" Victoriana, práctica ya habitual con la obra de Charles Dickens).
Sherlock Holmes es un detective público alto, delgado, frío, irónico, ingenioso e intelectualmente inquieto. En ocasiones resulta un tanto brusco pero es cortés con las mujeres a pesar de que desconfía de ellas. Watson resalta en uno de sus casos la presencia de una bella dama llamada Irene Adler, la cual es considerada siempre por Sherlock como "La" mujer. A sus ojos ella rivaliza con él mismo en inteligencia, como demuestra en una de sus aventuras (Un escándalo en Bohemia, 1892). No es muy ordenado en la rutina cotidiana, es muy habilidoso disfrazándose, fuma en pipa, toca el violín (un Stradivarius y a menudo a horas poco adecuadas) con maestría, es un experto apicultor, excelente boxeador, tiene un gran conocimiento científico en especial en química y, cuando se aburre por falta de los retos intelectuales que suponen sus casos, consume cocaína en una solución al 7%(esto solo se menciona en el libro El signo de los cuatro, publicada en 1890),la cual deja gracias a la insistencia de su compañero, amigo y cronista Watson, con quien vive hasta finales del siglo XIX en el número 221B de Baker Street, en Londres.
Sherlock tiene un hermano mayor por 7 años, Mycroft Holmes, que posee una capacidad de observación y de deducción mayor que la suya, pero es incapaz de aplicar sus habilidades a una actividad detectivesca ya que no tiene ambición y energía. Es miembro del Club Diógenes y es mencionado en al menos cuatro historias de Sherlock Holmes: "El intérprete griego", "El problema final", "La Casa vacía" y "Los planes de Bruce-Partington". El problema es que Mycroft carece de practicidad, esto lo vemos claramente en "El inteprete griego", donde su titubeante aproximación al caso, casi le cuesta la vida a su cliente. El primer caso en el que Sherlock interviene de joven y según le cuenta a Watson es en la aventura de "La corbeta Gloria Scott"(1893), en la cual ayuda a un amigo a resolver un mensaje codificado. Doyle basó el método deductivo de su personaje en el proceder de uno de sus profesores en el Edinburgh Infirmary, donde estudió mecanica: Joseph Bell.
Obras protagonizadas por Sherlock Holmes
Estudio en escarlata, A Study in Scarlet (novela, 1887), El signo de los cuatro, The Sign of Four (novela, 1890), Las aventuras de Sherlock Holmes, The Adventures of Sherlock Holmes (1891-92), Las memorias de Sherlock Holmes, The Memoirs of Sherlock Holmes (1892-93), El sabueso de los Baskerville, The Hound of the Baskervilles (novela, 1901-02), El retorno de Sherlock Holmes, The Return of Sherlock Holmes (1903-04), El valle del terror, The Valley of Fear (novela, 1914-15), Su último saludo, His Last Bow (1908-17), El libro de casos de Sherlock Holmes, The Case-Book of Sherlock Holmes (1924-26).
Sherlock Holmes como ícono popular
Sherlock Holmes ha sido llevado muchas veces al cine y al teatro y también aparece en novelas, relatos, historietas, dibujos animados y series de televisión, con los más diversos grados de fidelidad al espíritu del personaje que es ya todo un icono de la cultura popular. Entre los actores más aplaudidos se encuentran Basil Rathbone quien, con Nigel Bruce, constituyeron el icono referencial en el ámbito del cine; Peter Cushing, Robert Stephens y Jeremy Brett, quizás el mejor Sherlock Holmes de la pequeña pantalla, debido a su grado de fidelidad en Las Aventuras de Sherlock Holmes. Recientemente este personaje ha renacido de la mano de la serie nortemaericana House, sobre el irreverente doctor del mismo nombre, especialista en diagnóstico médico. Holmes no sólo comparte con House parecido en el nombre, sino también su personalidad genial y unos métodos muy similares a la hora de resolver sus casos.
Plano de Baker Street 221B
Su biógrafo, el Dr. Watson, enumera y analiza la profundidad de sus conocimientos en "Estudio en Escarlata", la primera de las Novelas, dónde, como nota curiosa, Holmes le manifesta desconocer la teoría heliocéntrica... (La teoría de que la Tierra gira alrededor del Sol). Sin embargo, su característica más notoria es la utilización del razonamiento puro para resolver los casos más intrigantes, pudiendo llegar a las conclusiones más sorprendentes a partir de los detalles aparentemente más triviales gracias a su extraordinario poder de concentración y a sus amplios conocimientos tanto científicos como de las más variadas disciplinas. Él es el creador de su propia profesión, "Detective consultor", que consiste en ayudar a aclarar los casos que presentan dificultades superiores a las habilidades que poseen los detectives oficiales (de Scotland Yard) o detectives particulares, como es el caso del detective Lestrade, Gregson, Hopkins y otros tantos que se quedan con el éxito de la resolución del crimen.